martes, julio 25, 2006

Los martes: CINECLUB (6) - El club de la lucha


Fight club - 1999 - Director: David Fincher

Reparto:
· Edward Norton (Narrador)
· Brad Pitt (Tyler Durden)
· Helena Bonham Carter (Marla Singer)
· Meat Loaf Aday

Fotografia: Jeff Cronenweth

Dice Chuck Palahniuk, el padre de la criatura: "Desde luego que hay formas sosegadas de comunión masculina: el golf y la construcción de graneros. Pero los hombres (y las mujeres) buscan opciones que les hagan sentirse físicamente exhaustos. Quieren explorar sus límites en lo que al dolor y las adversidades se refiere”.

Acercarse a “El club de la lucha” es acercarse a una novela que no se lee, a una película que se absorbe. El desastre en taquilla que arrastró al mayor ejecutivo de la Fox, Bill Mechanich (al que no le salvó ni su lucrativo acierto con “Titanic”) se ha acabado convirtiendo en emblema generacional, película de culto, lejos de la tiranía de la estadística.

La primera regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha.

Dejemos a un lado la moral, asumamos las contraindicaciones de la historia, dejemos las disecciones para otro momento, ni es un thriller, ni una broma macabra, ni una historia de amor, ni cine experimental. No digamos nada. Simplemente hay que verla.

La segunda regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha.

Con el mundo contemporáneo como objetivo, el insomnio hace de iniciador, la dinamita es la rabia. Y la mecha la prende Marla Singer.

Marla era como esa herida en el paladar que sanaría si dejaras de tocarla con la punta de la lengua, pero simplemente no puedes.

Los monos espaciales se sacrificaron por el progreso. Ahora toca retroceder. El exagerado Tyler Durden habla con nuestras palabras, pero sus ideas nos perturban. Lo ves, pero no lo ves, como un fotograma imperceptible.
Subliminal.
Acompañándome a tocar fondo.

Sentí que quería poner una bala entre los ojos a cada panda que no follara para salvar la especie. Quería abrir las válvulas de vaciado de los petroleros y arrasar todas las playas francesas que nunca vería. Quería respirar humo. Deseaba destruir algo bello.

Cualquier cosa de la que nos sintamos orgullosos acabará en el cubo de la basura.

Lo sé, porque Tyler lo sabe.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos somos Robert Polson

HombreRevenido dijo...

Amen, Mon.

(a Mon, men)

Anónimo dijo...

Al principio creí que era machista, luego comprendí mi error. No podía ser más feminista. Por cada hombre que piensa (o al menos lo intenta)parece que hay 5.000 que le siguen a puñetazos sin darle más vueltas.Y yo me pregunto, entonces, para qué hay que profesionalizar las fuerzas armadas?

HombreRevenido dijo...

No creo que haya machismo, simplemente la forma de tocar fondo elegida es el primitivismo. Las mujeres tenéis otras fórmulas mucho más elaboradas de llegar al mismo abismo.

La verdad es que los ejércitos suelen basarse en los mismos principios que el "Proyecto Mayhem". Lealtad (que es algo bueno), y no hacer preguntas (que es algo bastante estúpido).

Gracias por tu análisis, Marga.

Anónimo dijo...

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