sábado, septiembre 23, 2006

Finisterre


Un paisaje del alma, tenebroso y bello. Dónde está el principio y dónde el final. El principio del día lo tengo presente, floreado y afilado, como otro Finisterre. ¿El final? ¿El acantilado o el remanso?

Indiscutiblemente la lluvia afecta. Hace un instante estaba triste pensando en una de esas cosas que me quedan por preguntar. No se descarta que la tristeza sea fruto del día lluvioso o del agotamiento.

La tarde es toda para mí, descansaré, puede que me vuelva a quedar dormido (si no lo estoy todavía). Hace un instante estaba feliz pensando en una de esas tardes de sábado en las que me siento libre. No se descarta que la felicidad sea fruto de que ya es uno de esos sábados por la tarde.

Ya veis, hoy estoy contradictorio, expectante como una hiena hambrienta, anacrónico y ridículo como el personaje de aquella comedia histórica francesa que decía: "me voy a la guerra de los 30 años".

5 comentarios:

Anónimo dijo...

a a ser el agotamiento, la luvia limpia, renueva, nutre..........

Leon dijo...

Después de casi toda mi vida en "Finisterre" hasta me gusta la lluvia. Por cierto que buena es la frase de la guerra de los 30 años!!

HombreRevenido dijo...

Duende Chemita, la lluvia es buena, lo sé, pero a veces es tan literario eso de "los nubarrones se alojaron en mi corazón" que uno tiene un sábado cursi y no puede resistir la tentación.

León, en Huesconsin no llueve mucho, eso sí, nevar tampoco, nevar no nieva nunca. En el fondo los monos nos acostumbramos a todo.

Anouk dijo...

No es más que el otoño que nos acecha.
Animo, mucho ánimo. También esto pasará, como siempre.

HombreRevenido dijo...

Caracolico, no me pasa ná, tranqui. Sólo es la inestabilidad meteorológica del otoño, que se junta con la propia.
Todo perfecto. Gracias por los buenos propósitos.