lunes, septiembre 14, 2009

Magia muy negra


La historia que voy a contar sucedió (y acontece todavía) en la argentina ciudad de Salta. Me la contó Dorys, en un largo comentario de un post antiguo. Intentaré ser breve, que también tenéis que hacer cosas de provecho además de leer blogs.

El caso es que el concejal Guillermo Capellán tenía un poco hasta el gorro a Antonio San Millán, empresario y hermano de Alejandro San Millán, el alcalde. Parece ser que la familia no era muy de pagar impuestos, pero no por maldad sino por tradición, el oligarquismo al que estaban acostumbrados les hacía perder la memoria el día de la recaudación.
Como el concejal Capellán se puso pesado con el tema (que ya le decían: ¿pero tú no tienes más conversación? que siempre estás allí con el dedito, con el dedito en la llaga) decidieron hundirle la carrera. Le acusaron de violación a un menor, le procesaron, le obligaron a dimitir de su cargo y todas esas cosas divertidas que pasan cuando alguien organiza con buen gusto una conjura.

101 días pasó en la cárcel Guillermo Capellán. Cuando salió, en las puertas de los juzgados lanzó una extraña advertencia: “Quienes participaron en el complot pagarán muy caro lo que me hicieron”.

Del menor que sostuvo la falsa acusación dijo: "hizo una denuncia falsa siendo menor de edad y eso es delito, cuando sea mayor vivirá preso”.
Tras cumplir la mayoría de edad fue detenido por una estafa y condenado a un año de cárcel. Cuando estaba con la condicional la volvió a liar parda y volvió al trullo. Allí sigue.

Del juez que le procesó dijo: "le pasará lo mismo a que a mí, se quedará sin cargo”.
Y así fue. La investigación que siguió al caso tiró del hilo y le descubrió como juez injusto y corrupto.

De la familia San Millán, que financió gustosamente el complot dijo: "pagarán con lágrimas de sangre lo que me hicieron".
El hijo de Antonio San Millán murió a los 16 años en un inexplicable accidente mientras cortaba el césped.

Julio Castillo, el empresario publicitario que comandó la campaña de desprestigio, ingresó en el hospital con un repentino dolor de cabeza y murió a las pocas horas.

Sergio Alberto Gareca, jefe de Noticias Policiales del diario El Tribuno de Salta, el encargado de publicar con grandes titulares los pormenores del caso al dictado de su hermano (curiosamente el abogado de la causa), también sufrió un cáncer y murió.

Nora del Valle Giménez era, en el momento de la acusación, ministra de trabajo y se postuló en favor de la destitución del concejal. Fue destituida a su vez. Ahora se le reprochan ciertos agujerillos en la caja (entre otras cosas).

Otros actores importantes de la trama son el empresario locutor Martin Grande y el abogado Roberto Elio Gareca, cómplices e ideólogos, permanecen sin castigo de momento. Capellán avisa: “tengo todo el tiempo del mundo para verlos caer, ellos son las frutillas del postre”.


¿Esoterismo? ¿castigos kármicos? ¿casualidades? ¿mala conciencia?
Tal vez se trate simplemente de una cuestión de tiempo. Si esperamos lo suficiente (100 años, por ejemplo) todos recibiremos algún castigo, lo merezcamos o no, está claro.

Sigue, de todos modos, arraigada en nuestro subconsciente la teoría de la maldición. Porque nos gusta, porque nos aterra, porque personaliza al destino, mitológico. Quizás en la realidad todo sea más bien mito-ilógico, pero qué más da eso ahora.
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