sábado, agosto 03, 2013

La torre


Hubo un príncipe del Renacimiento italiano a quien, en su lecho de muerte, un sacerdote le preguntó si tenía algo de que arrepentirse. 
"Sí - respondió -, hay una cosa. Una vez me visitaron al mismo tiempo el emperador y el papa. Los llevé a lo alto de mi torre para contemplar el panorama y perdí la oportunidad de arrojarlos a ambos desde arriba, lo que me habría dado fama inmortal". 
La historia no cuenta si el sacerdote lo absolvió.

Bertrand Russell, en su discurso de agradecimiento tras la entrega del Premio Nobel de literatura (1950)


8 comentarios:

Baran dijo...

Me encanta tu blog, me has inspirado para escribir mi propio blog :D

Nisi dijo...

Me encanta. Soy fan de ese príncipe.

El niño desgraciaíto dijo...

EL único problema es que dice que lo haría por la fama, pero no explica si es por hacer el bien a los demás o por dar la nota.

Hemithecomix dijo...

Pues yo creo que hubiese conseguido las dos cosas fama para el y un bien para todos.

Yo lo tengo claro, si tuviese esa misma visita pero de los politicos corruptos ni me lo pensaba, de cabeza para abajo todos.

Anónimo dijo...

Y habra quien le llamara loco

pazzos dijo...

Fama infame como la de Eróstrato.
Está feo defenestrar gente, aunque sean Papas, aunque sean Reyes. Que seguro que al príncipe no le iba a tocar fregar tanto seso esparramado por el terrazo.

Mrs. Nancy Botwin dijo...

Arrepentirse en confesión en el lecho de muerte y hacerlo por haber perdido la oportunidad de lograr fama inmortal es cuando menos paradójico, ¿no le parece?
Besos agostados.

HombreRevenido dijo...

Baran, muchísimas gracias. Me derrito con comentarios así.
Mucha suerte en tu nuevo blog, que lo disfrutes tanto como lo hago yo.

Nisi, ese príncipe no tenía idea buena, como nosotros.

Niño desgraciaíto, yo creo que ni se lo llega a plantear. Sólo el hecho de dar la nota es suficiente para conseguir notoriedad (la propia palabra lo dice).

Hemithecomix, a mí que no me pongan tampoco en la misma tesitura, porque yo empujo, sin dudarlo.

Aquello noerayo, locos los demás.

Pazzos, lo peor de alcanzar gran fama por tirar gente de la torre es que la fantasía de tirarle a él de la torre empezaría a hacerse muy popular.

Mrs. Nancy Botwin, lo es. Y que luego lo cuente un escritor famoso y se entere todo el mundo... más todavía.