viernes, marzo 11, 2016

No hay huevos, Mathias (un vuelo para la historia)

Voy a escribir sobre una de mis personas favoritas del año 1987.
Yo tenía 11 años, pero me acuerdo como si fuera ayer.

Si os pongo la foto lo reconoceréis inmediatamente.


¿Cómo? ¿que no sabéis quién es?
Madre mía, decís de mí, pero lo vuestro sí que es grave...

Mathias, que así se llamaba el muchacho, era un piloto de 18 años, con apenas 50 horas de vuelo. Como se lo tomaba muy en serio alquiló una avioneta Cessna y voló desde su Alemania Occidental natal hasta Islandia. Luego decidió volver, parando a repostar en Finlandia. Allí ya se le veía que echaba humo. Se le estaba calentando el morro al chaval.

El 28 de mayo salió de Helsinki en dirección a su siguiente destino: Estocolmo. Pero jamás llegó a Suecia. A medio camino le dio un ramalazo y se lanzó a la aventura.
Sobrevoló el mar Báltico y entró en la Unión Soviética.

Me lo imagino en su vuelo kamikaze, con la radio apagada y la risa floja. La épica sólo hubiera sido mayor con una cassette de los Chichos a todo volumen.

Volando sobre las vías férreas y a baja altura, llegó a Moscú sin ser detectado ni interceptado. Estaba en la capital de imperio soviético, el más hermético y militarizado del mundo. Le quedaba lo más difícil, aparcar.
"Mira, allí parece que hay hueco" debió de decir el joven Mathias Rust.
Pim, pam, pum, aterrizado.
A fumar.


Mathias acababa de posar su avioneta en plena Plaza Roja, justo al lado del Kremlin. Por poco no se mete en la tumba de Lenin.

Lo apresaron en seguida y, tras el juicio, fue condenado por el delito de "chulería internacional" a 4 años de trabajos forzados. Hala, a picarr piedrrra a Siberria, camarrrada...
Pero no, Matthias Rust era un hombre afortunado, acabó cumpliendo solamente un año en la mejor cárcel de Moscú.

¿Había ridiculizado ese chiflado al ejército más poderoso del mundo?
Tal vez, pero el Secretario General del PCUS no estaba demasiado preocupado.
Mijail Gorbachov se frotaba las manos. Iba a aprovechar la mala prensa del incidente para limpiar de un plumazo a Sergei Sokolov, ministro de defensa y contrario a la perestroika. Lo sustituyó por Dimitri Yazov, e inició un proceso de irreversible cambio dentro del ejército. 300 generales recibieron la patada. Por fin tenían vía libre para las reformas.


"Creí que el avión era una llave a la paz. Podría utilizarlo para construir un puente imaginario entre el este y el oeste. No hablé con nadie acerca de mi plan porque me convencieron que mi familia o amigos me pararían. La verdad es que no pensé mucho qué sucedería luego. Mi interés principal estaba en mi misión a conseguir allí y poder tomar tierra"
La historia es demencial, porque, por mucho que se empeñara después, ni Rust era un luchador por la libertad, ni nada parecido.
Pero ese Mathias de 1987 era ya un símbolo, y estaba obligado a lidiar con ello.
"El llegar a casa en Alemania fué difícil, pues hice frente a muchos focos de atención negativa de los medios. Me afectó gravemente: Perdí 10 Kg y tenía problemas de estómago. Recibí muchas amenazas de muerte. Mis padres estaban enfadados, pero les comunicaron que yo estaba en buenas condiciones. Habían estado asustados pues pensaban que los rusos me torturarían"

La sospecha de que era sencillamente un chalao con suerte queda confirmada en este otro testimonio:
"Mis problemas pasaron a la cabeza en 1989. Cada uno en Alemania hace un período del servicio obligatorio en la comunidad, y yo hacía el mío en un hospital local.Conocí a una enfermera joven y deseé invitarla a tomar un café. (...) Le pregunté si deseaba salir conmigo, pero comenzó a maldecirme y a ofenderme. Fué para mi como un apagón. Terminé por dañarla con un cuchillo que llevaba encima"

Apuñaló un poco a una enfermera. Lo típico.
Pasó unos meses en la cárcel y se terminó marchando a vivir al Caribe, donde esperemos que no apuñale a nadie más.
Queda demostrado que las grandes proezas pueden ser llevadas a cabo por imbéciles integrales.


Por cierto: Dimitri Yazov, el ministro de defensa que nombró Gorbachov, acabó siendo uno de los Odiosos Ocho que dieron el golpe de estado fallido en agosto de 1991contra el propio Gorbachov. Como para fiarse...

4 comentarios:

Luxindex dijo...

HombreRevenido, esta historia que nos presentas la conozco de primera mano.

Es un bulo que Mathias aterrizase en la Plaza a Roja. Lo hizo en los aledaños, en Vasilevsky Spusk (Vasilevsky Descent; La cuesta de Basilio) en concreto. De haberlo intentado en la mismísima Plaza Roja, el Politburó ruso, yo el primero, le hubiésemos aplicado el código Alfa-Beta-Charlie-Def Con Dos-José Luis Perales Cero, y de él no hubiese quedado ni esto (pongo los dedos pulgar e índice así casi juntitos y os los muestro). Hablo de una ojiva nuclear por to’l sieso imposible de asimilar por mucho muesli que Mathias hubiese desayunado previamente en Uetersen, vamos. Al menos entonces, bromas con la Plaza Roja, las justas.

Cagonlá, 1987. Nostalgia…

HombreRevenido dijo...

Luxindex, el chaval es el típico "tonto con suerte". Si le tiran un misil nuclear se esbafa. Si le intentan disparar se encasquilla el arma. Contra eso ni un ataque preventivo de la U.R.S.S.

Speedygirl dijo...

Ah, bueno, pues si sólo la apuñala un poquito no pasa nada. jajajaja. Ya no me acordaba de estas historias tan chulas y estos personajacos que sacas del recuerdo de una forma tan tannnn... tuya. Muy divertido,

HombreRevenido dijo...

Gracias, Speedygirl. Aquí el 99% del mérito es del chalao este. Ni a posta se puede contar mal esta historia.