sábado, febrero 24, 2007

En sueños


Esta noche he dormido 12 horas, y ahora le sonrío a la vida. Tenga o no problemas, ya hay uno, el cansancio, que me lo he ventilado, pim pam.

He hablado y hablaré muchas veces sobre esa magia vital que son los sueños (durmiendo). Incluso he escrito en sueños sobre ello. Pero hoy sólo quiero recuperar levemente esa sensación que acontece en medio del más fastuoso sueño, cuando un rasguño de conciencia te hace ver el placer en el que estás inmerso, la calma del silencio y las sábanas, el estrépito interior.

El problema es que después de ese instante de conciencia el sueño se atasca, y se desvanece. Nos deja con la duda: qué hubiera pasado después. Y elucubramos, y frotamos nuestra mente tratando de recrear el instante (como una lámpara maravillosa u otra cosa). Pero la verosimilitud se ha esfumado. La realidad, pesada, nos niega lo que antes nos dio.

Sin ningún motivo. Como las cosas bellas e importantes de la vida.

4 comentarios:

Luisle dijo...

Te echo una mano con una noticia por si la quieres poner ... chimpances con lanzas ... jajajaja.

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/02/23/ciencia/1172235735.html

Anónimo dijo...

Qué pena que luego todos los sueños se evaporen por igual al despertar, independientemente de que quieras conservarlos para siempre o de que quieras que acaben lo antes posible.

HombreRevenido dijo...

Gracias, Luisle. Lo he leído. Dentro de poco nos haremos con el manejo del revólver y el mundo será nuestro.

Tú-misma, los sueños se evaporan al despertar igual que nosotros nos evaporamos al soñar. Es una doble vida. ¿Cuál es cuál?

Alberto Colombo dijo...

Soñar es una maravilla. Dicen que los sueños duran milesimas de segundos, casi tanpoco como las alegrias de la vida