jueves, junio 21, 2007

La celda 273 (el juego de escribir)


Los dos viejitos de la foto son Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, dos monstruos de la narrativa del siglo XX. Su relación con las palabras, los argumentos y la literatura comparte cierta dosis lúdica, el "juego de escribir", uno de los placeres de la vida. Si habéis intentado alguna vez escribir un relato a medias (ahora tú, ahora yo) sabréis lo divertido y difícil que es. Pues bien, estos dos caballeros se propusieron hacerlo, se inventaron un escritor y una biografía (H. Bustos Domeq) y se juntaron para crear, codo con codo, con aguda inteligencia y (supongo) carcajadas mil. Imagino que el proyecto derivaría en un reto constante, "a que no acabas esta frase", intenta meter la palabra "oruga", a ver quién hace la mejor metáfora del aburrimiento.

Me encanta la descacharrante colección de relatos de misterio en los que el recluso Isidro Parodi resuelve los casos que le plantean personajes más o menos auténticos, con tendencia a la extravagancia, a la verborrea y al sainete.
El sexto problema "La prolongada búsqueda de Tai An" empieza así:


«¡Lo que faltaba! Un japonés cuatro ojos», pensó, casi audiblemente, Parodi.
Sin perder el sombrero de paja y el paraguas, el doctor Shu T'ung, habituado al modus vivendi de las grandes embajadas, besó la mano del recluso de la celda 273.
—¿Usted permitirá que un cuerpo extraño abuse de este prestigioso banco? —indagó en perfecto español y con voz de pájaro—. El cuadrúpedo es de madera y no emite quejas. Mi censurable nombre es Shu T'ung y ejerzo, ante el escarnio unánime, el cargo de agregado cultural de la Embajada China, gruta desacreditada y malsana. Ya he taponado, con mi narración asimétrica, las dos orejas tan sagaces del doctor Montenegro. Este fénix de la investigación policial es infalible como la tortuga, pero también es majestuoso y lento como un observatorio astronómico admirablemente sepultado por las arenas de un desierto infructuoso. Bien dicen que para detener un grano de arroz, no es superflua una dotación de nueve dedos en cada mano; yo, que sólo dispongo de una cabeza por acuerdo tácito de los peluqueros y sombrereros, aspiro a coronarme con dos cabezas de reconocida prudencia: la del doctor Montenegro, considerable; la suya, del tamaño de una marsopa. Hasta el Emperador Amarillo, a pesar de sus aulas y bibliotecas, tuvo que reconocer que un besugo privado del océano difícilmente logra una edad provecta y la veneración de sus nietos. Lejos de ser un besugo viejo, soy apenas un hombre joven. ¿Qué puedo hacer ahora que el abismo se abre, como una suculenta ostra, para devorarme? Además, no se trata meramente de mi dañina y desaforada persona; la prodigiosa Madame Hsin, abusa noche a noche del veronal, a causa del desvelo infatigable de los pilares de la ley, que la desesperan y la incomodan. Los esbirros no parecen tener en cuenta que ha sido asesinado su protector, en circunstancias nada tranquilizantes, que ahora la dejan huérfana y sin amparo, a la cabeza del Dragón que se aturde, salón florido que ocupa su local propio en Leandro Alem y Tucumán. ¡Abnegada y versátil Madame Hsin! Mientras el ojo derecho llora la desaparición del amigo, el ojo izquierdo tiene que reír para excitar a los marineros.
»Ay de su tímpano. Esperar que la elocuencia y la información hablen por mi boca es como esperar que la oruga hable con la mesura del dromedario, o siquiera con la variedad de una jaula de grillos labrada en cartón y exornada con los doce matices razonables. No soy el prodigioso Meng Tseu, que para denunciar al Colegio Astrológico la aparición de la luna nueva, habló veintinueve años seguidos, hasta que lo relevaron sus hijos. Inútil negarlo: poco tiempo ha quedado para el presente; ni yo soy Meng Tseu ni sus muchos y ponderados oídos exceden literalmente el número de las aplicadas hormigas que socavan el mundo. No soy un orador: mi arenga será breve como si la pronunciara un enano; no tengo un instrumento de cinco cuerdas: mi arenga será inexacta y monótona.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Igual me lo compro! Tiene buena pinta...
Qué flash cuando he visto la foto del difunto Rey del Torito. Mi más sentido pésamen a todos los admiradores. Sus diversas mujeres y amantes se habrán quedado más tranquilas.

Anónimo dijo...

grande este texto y grandes sus escritores... pasaré por la biblio a pillarlo!!

mcuhos besos y muchas flores!

HombreRevenido dijo...

Es un libro divertido, Animons, una parodia de la literatura de misterio con personajes extravagantes que cuando hablan se retratan.
Lo del Fary, bueno, alguna vez tenía que suceder.

Meri, a mí me gustó. Escrito con cuidadoso descuido. Y mucha mucha ironía.

Lo podéis descargar en PDF en el enlace de la entrada si queréis echarle un vistazo o leerlo.
O aquí mismo, si queréis

Anónimo dijo...

muchas gracais mr. revenue! ya lo tengo impresito y tó! oleoleyole deseando estoy de llegar al metro para comerlo con papas... que esta mañana leí un cuento que se llama Juan Darién de Quiroga, tan triste tan triste... este seguro que me hace reir y eso sólo puede ser bueno!

muchas gracias!! sumale al pozal de cerveza una barquilla de panizo o algo así!! mua!

HombreRevenido dijo...

Si estás deseando llegar al metro significa que no eres muy alta, Meri. Espero que te divierta mogollón, y si no, al menos lo hemos intentado.

De nada. ¿El panizo es una flor?