viernes, agosto 14, 2009

LAURENTRINOS


Al estilo del bloomsday irlandés, el 9 de agosto en Huesca es una novela en sí mismo, un trayecto desde el amanecer al atardecer, desde el despertar a la somnolencia, pasando por todos los estados posibles de la euforia, la mugre y el calor humano.
Quizás sea un buen proyecto intentar, ahora que la novela ha muerto y la blogosfera no se siente muy bien, un poema épico, los hexámetros de Virgilio al servicio de uno de nuestros más arraigados abismos de primitivismo.
Que alguien lo empiece ya. Si no, lo escribiré yo, con funestas consecuencias (porque pienso explicar la verdad).

* * *

Estoy vivo, sin demasiados problemas. Alguna disfunción interna disimulada y una sensación de eternidad, de mundo detenido, de blanco y verde en la retina como los instantes que siguen a la observación directa de una luz.
Cada año, esta semana, es similar, aunque sea diferente.
Cada año, yo mismo, soy similar aunque ya sea un poco diferente.

* * *

Recuerdo cuando no me cansaba.
Era agotador.

* * *

Llega un momento en la vida en el que un primate empieza a pensar más en el vermú del día siguiente que en el almuerzo de la noche en curso.

Llega un momento en la vida en el que un primate sólo puede pensar en conversar mejor, cenar mejor, follar mejor, porque nunca podrá disfrutar la noche mejor.

* * *

Apoteosis kitch programada para hoy.
Veré a Georgie Dann.
Trataré de relatarlo como buenamente pueda.

* * *

Esta mañana he tenido una idea monumental.
Ahora acabo de escribir este post.
Lo atrevido de la primera frase y lo fallido de la segunda no desentrañan la eterna discusión de si una desconexión mental, un reset, es bueno o malo para la vida, para el amor, para las artes.

* * *

Hoy veo la caña medio llena.
Me he quedado optimismado.
.

3 comentarios:

Cardo dijo...

Llega un momento que importa más la calidad que la cantidad. Es lo que hay, los primates también crecen. Aunque parece que eso no es aplicable a Georgi Dann, al menos en fotos. Esta noche se saldrá de dudas...

celebrador dijo...

No soy nada amigo de fiestas programadas a calendario fijo, algo así como ¡hay que divertirse del nose-cuantitos al nose-cuantazos de Agosto... ¡Ar!

HombreRevenido dijo...

Cardo, no hay dudas. Si Georgie puede, yo puedo.

Amigoplantas, te comprendo, siempre que se trate de una serie de días. Aunque para mí, que existan fechas concretas, concentradas, señaladas, fugaces, nos ayuda a reconcentrar la euforia, como la válvula de una olla express.
Eso sí, el día 11 la botella de cava ya está sin gas.
Artificial, pero (a veces) efectivo.