martes, abril 13, 2010

Los martes: CINECLUB - 113 - Parque Jurásico


Jurassic Park - 1993 - Director: Steven Spielberg

Reparto:
Sam Neil (Alan Grant)
Laura Dern (Ellie Sattler)
Jeff Goldblum (Ian Malcolm)
Richard Attenborough

Guión: David Koepp, Malia Scotch Marmo y Michael Crichton (basado en la novela homónima de Michael Crichton)
Fotografía: Dean Cundey
Música: John Williams

La línea temporal es la siguiente:
230 millones de años antes de la película, en el periodo trifásico, aparecen los dinosaurios en la Tierra.
65 millones de años antes se extinguen, seguro que por una tontería.
51 años antes nace Michael Crichton.
47 años antes nace Steven Spielberg.
3 años antes Crichton publica la novela. Rápido y voraz, el velociraptor Spielberg compra los derechos.

A Hollywood le encantan los best-sellers, es una obviedad. Si la plebe ha invertido tantas horas de su tiempo insustancial leyéndolos, todavía más gente devorará la película, como un tyranosaurio rex en un buffet libre.

Si describir e imaginar dinosaurios tiene algo de plácido divertimento, el proyecto no se conformaba con contar, ambientar, insinuar, tenía que enseñarlos directamente, sin pudor, olvidarse de los engendros mecánicos. El colosal espectáculo visual de sus efectos especiales (precursor de la filigrana digital) alejaba a la película de sus precedentes artesanales, King Kong o las películas de monstruos de Serie B japonesas (también con su isla y su experimento fallido).

“Les preocupaba tanto si podían o no conseguirlo que no se pararon a pensar si debían”, dice Malcolm con irónico acierto. La naturaleza incontrolable e imprevisible se conjura contra los excesos creadores del ser humano. Mezcolanza teórica, entre el ecologismo militante, la teoría del caos y la ley de Murphy. Esqueleto de museo.

“Parque Jurásico” es un rentabilísimo emblema del cine masticado. ¿No querías dinosaurios? Pues hala, ahí los tienes, hasta hartarte.
Ni siquiera Aristóteles, en su famoso blog “Poética”, se atrevió a rechazar el efecto placentero de la escenografía y la música.
A mí podéis llevarme la contraria, pero con Aristóteles ya no sois tan valientes ¿verdad?.
.

No hay comentarios: