domingo, junio 26, 2011

Tomates quejicas y místicos a los que apetece cortar en rodajas


Hoy, mientras estaba sentado en el retrete, he pensado en montar una religión. Tranquilos, ya se me ha pasado el apretón. Tiene que ser realmente agotador fundar algo así, por lo tanto nos conformaremos con ser agnósticos. Agnósticos del cristianismo, claro, la única religión verdadera. Las demás... en fin, ni las contemplamos.

El señor de la foto, Ron Hubbard, alcanzó a fundar una religión: la cienciología. Sí sí, esa cosa extraña que hace furor en Hollywood, sobre todo entre actores varoniles como Tom Cruise y John Travolta.
Ojito que este tío cagó un montón de teorías superútiles. Por ejemplo, la dianética, con la que prometía, entre otras cosas, poder convertir a los homosexuales en heterosexuales. Y ojo, no tenía nada que ver con la homofobia, era sólo por hacerles un favor a esos desviados. Los resultados fueron tan alentadores que incluso el hijo de Ron, Quentin, hubiera conseguido curarse de su homosexualidad si no le hubiera dado por suicidarse antes de terminar el tratamiento.
Los hijos ¿verdad? siempre tan aguafiestas, pero hay que quererles igual.

Pues este pedazo de cabrón (si me amenazan los cienciólogos por email estoy dispuesto a retirar el insulto, mientras tanto lo dejamos resonar) tuvo ideacas como la de utilizar uno de sus inventos, el electrómetro de Hubbard, para determinar si los tomates sentían dolor.
En 1968 anunció muy serio a todo el que quiso escucharle que los tomates gritaban mientras eran troceados.

Uno nunca sabe lo que es maldad y lo que es debilidad mental (propia y ajena). Hay domingos en los que me detengo un minuto en personajes como éste y sigo adelante como si nada. Pero hoy, recién terminada de leer una novela sorprendente, "Matadero cinco" de Kurt Vonnegut, tal vez me sienta más sensible a este pozo sin fondo en el que nos empeñamos a caer los seres humanos.
Se diría a veces que el absurdo, la futilidad, es la cruz de la moneda de la humanidad.
Pero qué cara de ver es la cara ¿no os parece?.
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9 comentarios:

pazzos dijo...

Paremos el genocidio de Buñol ¡YA!

HombreRevenido dijo...

Eso es, Pazzos. Miles de tomates secundan tu moción y hacen cola para apuntarse a la cienciología.

molinos dijo...

Matadero Cinco es brutal. A mí me encantó.

El de los tomates en fin...sin comentarios.

Espartaco dijo...

¿Tampoco tomates? ¡A dónde vamos a ir a parar!

HombreRevenido dijo...

Molinos, es un libro brillante, lleno de frases brillantes y detalles. Una visión diferente de la guerra.

Espartaco, imagino que si uno espera a que el tomate muera se lo puede trapiñar. Primero una oración fúnebre, luego bendecir la mesa y después cenar. Se va a poner caro eso de la ensalada.

Anónimo dijo...

Qué poquita sensibilidad con la causa tomatera XDXDXD

Menudo flipao el tipo éste...uffffff

HombreRevenido dijo...

Los tomates merecen todo nuestro respeto, Aliena, por eso nos los comemos bien muertos y aliñados.

el Sr. Skywalker dijo...

A mí me daría un puntito de sadismo, sano, eso sí, comerme un tomate vivo. Eso de escuchar cómo suplica por su vida y te jura y perjura que si le dejas vivir nunca te manchará una camisa, tiene que dar cierto regusto ¿no?

HombreRevenido dijo...

Sr. Skywalker, tú necesitas el electrómetro de Hubbard, así podrás escuchar los lamentos del vegetal. Aunque a lo mejor si le echas aceite y sal el sufrimiento se vuelve insportable.

Vegetarianos, ¿cómo podéis soportar la culpa?