martes, noviembre 22, 2016

D.J.

A lo mejor no os suena el nombre, pero hoy ha muerto José Iranzo Bielsa, al que llamaban el Pastor de Andorra, uno de esos joteros que ya no nacen.
En 10 años hemos hablado poco o nada de jota, así que aprovecharé la circunstancia para que hoy suene bien fuerte, aunque personalizar en él suponga una injusticia para otros grandes artistas del presente y el pasado.

Ya sé que os cuesta, pero sacad un minuto y medio para escucharlo.


La vida de José Iranzo fue de película. Humildísimo pastor de cabras, era un cantador autodidacta y silvestre que tuvo la suerte de llamar la atención de un sargento durante la mili en Zaragoza. Éste lo llevó a la escuela de un icono de la jota aragonesa, Pascuala Perié, aunque tendría que pasar antes por una dura audición. Imaginaos la situación. Era la versión baturra de La Voz.

A José se lo comían los nervios. Esa actuación podía cambiarle la vida. Le llegó el turno y sacó a relucir su extraordinario chorro de voz. Todos se quedaron estupefactos. Y cuando terminó de cantar, en lugar de aplausos emocionados o silencio incómodo, se encontró con algo inesperado, los presentes se morían de la risa.
José bajó la cabeza y con la mayor dignidad que pudo aparentar (es decir, despacio) se despidió avergonzado. "¿A dónde vas, hombre?, tú te quedas" le dijeron.
Jamás habían escuchado una voz como la suya, pero había que educarla y disciplinarla.

Nos encantan los "momentos eureka", pero en realidad no existen. Aquel pastor tenía un don y tuvo que trabajarlo, aunque siempre le quedó un deje salvaje e inclasificable.
Con el tiempo empezó a llenar salas, luego teatros y viajó por todo el mundo. Londres, París, Nueva York, México, La Habana... y muchas veces su natal Andorra (Teruel), donde fue hijo predilecto.
Creó jotas gloriosas, como "La Palomica"

Alejado de cualquier arrebato de divismo (hablamos del Camarón de la jota, cuidao) fue un currante con todas las letras.
Hay una frase que le dijo a Joaquín Carbonell que es oro puro:
En Calanda llegué a cantar 320 jotas seguidas, y me bebí 20 huevos para aclarar la voz. Menos mal que me montaron en el caballo de Raimundo el gitano... ¡Y lo bien que suena la jota sobre un caballo!
Así, joder, así habla una estrella.

Las Cortes de Aragón han pedido hoy para él la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes.
A buenas horas. Sólo han tenido 101 años para pedirla en vida. Pero bueno, también yo llego tarde, porque lo normal es llegar tarde.

Ya sé que a vosotros ni os va ni os viene. Pero os echo otra jotica en las calles de Huesconsin.  A lo mejor, si os da la vena, os animáis a escucharla.


Dicen que muere la jota.
Una mierda del tamaño de un rinoceronte con cachirulo.
La jota nunca morirá.

3 comentarios:

Speedygirl dijo...

Sí que tenía un algo este hombre sí... incluso para los que, como yo, no tenemos NI IDEA de jota

sonia dijo...

Da penita por lo buena gente que se le ve.A mí las jotas ni fu ni fa,pero da penita.

HombreRevenido dijo...

Speedygirl, no hace falta tener mucha idea para apreciarlo. Pero el hombre tenía una historia bastante curiosa.

Sonia, era un fenómeno. Una vez rechazó ir a Nueva York porque estaban pariendo las cabras. Por encima de la jota, era una superstar.