jueves, noviembre 23, 2017

Sacrotiming


Un profeta asciende en cuerpo y alma a los cielos, con majestuosidad, muy despacio, y los apóstoles lo miran asombrados, en olor de santidad. Y pasan los minutos y el profeta está ya como a 100 metros de alto y ya no se le oye, sólo se ve que sigue subiendo poco a poco, muy poco a poco, y los discípulos empiezan a impacientarse pero tampoco saben qué hacer, si quedarse allí por deferencia o irse a casa. Porque lo importante, la clave en sí del acto, ya ha terminado. Y se quedan por si acaso ¿no?, por si le diera por bajar otra vez en el último momento, para no quedar señalado ¿por qué te fuiste, cagaprisas?

Ese quedarse allí porque no te vas a ir tú solo. Quedarse hasta que todos estén de acuerdo en irse y, mientras sigamos viendo al mesías en un punto diminuto en el cielo, hay que quedarse, qué prisa tienes, esto es importante, coño.

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