domingo, diciembre 30, 2018

Iba a escribir una cosa y al final he escrito otra. Jamás ha pasado en la historia de este blog una circunstancia semejante. A dónde vamos a ir a parar. Pido disculpas. Feliz año nuevo. Abrigaos bien que por lo visto vienen días de mucho frío.


Cada año, al llegar estas fechas, este simio humilde (pero no mucho) repasaba los posts de los últimos 12 meses y hacía un ranking con sus 8 posts preferidos.
Obviamente este año no iba a haber ranking, porque apenas hay material. Entonces pensé que podía repasar esos recopilatorios anuales y elegir lo mejor de los 12 años de historia del blog. Ideaca.

Pues bueno, he empezado y me ha dado vértigo, mitad cosquilleo agradable y mitad angustia. Seleccionar entre los post del año era divertido, pero querer destacar posts antiguos sobre otros post antiguos, algunos de décadas distintas... uff, me he mareado y todo. Hoy veo las 2225 entradas como un magma indisoluble.

En realidad, si reflexiono, me encantaría consagrar otros 12 años a escribir lo mismo de nuevo. A reescribirlo entrada a entrada, con la visión actual. Mejoraría muchas cosas, empeoraría otras. Mantendría las fotos y los gifs... Así en bucle.

Vistos ahora, cada post me recuerda al momento exacto (e incluso al lugar) en que lo escribí. Nunca había sentido ese peso. Debe de ser la nostalgia navideña. Hasta en las chorradas en cascada de un blog de primates se esconden sutilezas (o moñerías) de gran calibre. Me siento como cuando hojeo mi diario de aquel verano con 11 años. Y también desearía volver a reescribir los mismos temas de entonces: qué he desayunado, qué he comido, qué he merendado, qué he cenado, qué he hecho en la piscina, qué he visto en la tele...

Esto me ha recordado que tengo material de cuando era niño. Escrito con un estilo tan parecido en algunos momentos a mi estilo actual que da hasta miedo. También tengo cosas escritas de cuando era adolescente. Y notas de juventud. Y notas de madurez (ejem).
Reescrbir de nuevo el blog sería una redundancia algo aburrida, pero me he propuesto repasar todos esos papeles, para ver si les saco algo bueno.

Quería hacer un resumen del pasado y he terminado con un propósito para el 2019.
Y me he encontrado pelusillas en el ombligo. Eso también.

viernes, diciembre 28, 2018

Primicia primate

Ya está, ya puedo deciros la razón por la que volví al blog. Era una campaña de imagen, un plan avieso que pretendía fingir normalidad para convencer a unos inversores del Golfo Pérsico.

Ahora puedo contarlo. Ya está hecho. Y firmado.
6.400 millones de euros tienen la culpa. He vendido la Academia de Chimpancés en la mayor operación económica que involucra a simios de toda la historia (lo dice Forbes y os lo repito yo).


No es un adiós. Es un hasta luego. Bueno, no, técnicamente es un adiós. Porque voy a estar muy entretenido gastando el dinerito... o mejor dicho, invirtiendo en el bienestar del planeta, justamente en el diámetro que me corresponde.

Atesoro muchos recuerdos de todos vosotros. Ahora mismo no me viene a la cabeza ninguno, por los nervios, pero ya me vendrán, seguramente cuando esté bebiendo un daikiri en el Caribe.
Sabed que sin vosotros esto no hubiera sido posible. Pero es un lío de papeles daros a cada uno vuestra comisión, así que daos por pagados con este abrazo virtual, lleno de amor y pelo.
Vosotros hubierais hecho lo mismo que yo. Acordaos cuando estéis remando en las galeras de la nueva línea de cruceros que quiere montar el emirato qatarí con el alumnado. Vais a viajar y a tener un curro fijo.

Enrólate en la Academía, decían, conocerás mundo, decían...

miércoles, diciembre 26, 2018

Contexto favorable


El cuervo horrible
¡qué hermoso esta mañana
sobre la nieve!


Haiku del más sagaz que un ratón colorao maestro de Ueno, Matsuo Bashō, que tuvo tantos discípulos que nunca pudo juntarlos a todos en el salón de su casa y hacer merienda-cena, el mayor deshonor que podía imaginar un poeta en el siglo XVII.

lunes, diciembre 24, 2018

Tardebuena

Vamos a trabajar un rato...



... que luego tenemos el tradicional vermú navideño...



... y después hay que llegar a la cena de Nochebuena disimulando el achispamiento.



Feliz Navidad a todos los primates de buena voluntad, que son pocos, y a los de voluntad frágil pero buena intención, que somos casi todos.
Elegid vuestra propia aventura navideña.

sábado, diciembre 22, 2018

Buena ventura


Que haber retomado el blog es la razón de que haya tocado el Gordo de la Lotería de Navidad en Huesca lo sabéis ¿no?
Se dice mucho que el destino es caprichoso (y es verdad), pero nadie se acuerda de que el destino también es vanidoso. Le gusta entrar por la puerta principal. Necesita neones y fotógrafos.

Yo, que además de ser profe de primates soy cronista oscense, estoy llamado a contarlo. Sin necesidad de salir a la calle a investigar.

Más casualidades. Ha tocado la lotería de la Asociación de Antiguos Alumnos de San Viator. Y yo soy antiguo alumno de ese colegio.

Va, otra. He encendido la tele y he visto que no había salido el Gordo todavía. Luego me he metido en la ducha y, al salir, allí estaba. El premio había esperado (con razón) a que me purificara bajo el agua sagrada y caliente.
Ardían los grupos de Whatsapp de la ciudad

Número muy impar

He hecho espagueti negro con chipirones. No porque haya tocado la lotería en Huesca. Los iba a hacer de todas formas, no hay relación. Para una vez que cocino con fundamento, tengo que contarlo.

Obviamente hemos estado viendo a gente celebrar en los telediarios. Siempre me ha encantado ver a la gente enloquecer frente a la administración de loterías, berreando y brindando con cava revenido en vaso de plástico.
En Antena 3, la reportera que entraba desde Huesca estaba muy sonriente y Matías Prats ha explicado que a ella le había tocado también el Gordo. La primera vez en su vida profesional (y Matías ha vivido muchos 22 de diciembre) que le sucedía.

¿Os convencéis de que hay algo mágico en todo este despelote de la lotería del 2018?

El blog, la tele, la ducha, el colegio, los espagueti, el telediario... nada es casual.

Pensaréis, ¡qué listo es!, no ha querido decirnos hasta el último párrafo si le ha tocado a él. Seguro que este mono cabrón ha rascado unos cuantos milloncejos de pesetas...
Pues no. No me ha tocado.
Y si me llega a tocar hubiera sido el milagro de los milagros, porque jugaba la friolera de cero euros.

No juego a la lotería, pero jamás he sentido ningún tipo de envidia por los premios. Al contrario, me emocionan de forma absurda. Y este año más, porque creo que he sido el talismán.


DATOS:
12 años de blog = 2 premios gordos en Huesca.
16%
No hay santo que haga milagros con tan buen porcentaje.

jueves, diciembre 20, 2018

To be-live


"Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor."

(Augusto Monterroso)

martes, diciembre 18, 2018

Autónomos con encanto - 4 - BEN RICHARDS


En su humanidad hipermusculada, Arnold Schwarzenegger interpreta en "Perseguido" (The Running Man, Paul Michael Glaser, 1987) a un autónomo circunstancial, condenado a serlo por un delito que no ha cometido. Tendrá que sobrevivir en las circunstancias más adversas, para regocijo de la multitud, en un mundo distópico en el que los humanos no esconden que les gusta ver sufrir a los autónomos (aunque sólo sea por el colorido y la tradición). Ya se sabe que el autónomo no sufre, y si no nos torearan nos extinguiríamos.

Ben Richards no se enfrenta a enemigos al azar. Por ejemplo, vemos siempre presente la manipulación de los medios y la corrupción política, personalizada en Kilian, el presentador cabronazo.
Le saldrá al paso Sub zero, que simboliza la competitividad del mercado. Luego Buzzsaw, con su motosierra, que simboliza los recortes y los sacrificios a los que se enfrenta el héroe.
El siguiente es Dynamo, la más obvia metáfora del recibo de la luz. Y por último Fireball, el síndrome de burnout, cuando hueles a chamusquina cerca y resulta que eres tú mismo, completamente quemado. Vencer a todos, como hace don Ben, es lo más subversivo, la esencia de nuestra revolución.

A mí, de mayor, me gustaría ser como Ben Richards, pero la versión cinematográfica, que está más cachas. Porque en la novela original de Stephen King, el protagonista secuestraba un avión y se estrellaba contra un rascacielos.
Tampoco es mala moraleja esa. Que no nos toquen mucho las narices a los autónomos, que estamos muy locos.

lunes, diciembre 17, 2018

Es como todo


Hay una razón de fondo en este precipitado regreso al blog. Una razón que no es relevante (así mantengo cierto misterio bobalicón).
El blog es un placer innecesario, intrascendente y muchas cosas más. Tomar conciencia de ello es lo mejor.

Lo que sí era imprescindible era escribir un par de posts sin comentarios. Para convencerme de que no escribo por la respuesta. Ese silencio de fondo es estupendo. Un hito más.
Y no porque no me gusten vuestros comentarios ¿eh? Son lo mejor de esta Academia desde el primer día. Pero me tranquiliza saber que también venís a veces en silencio, leéis, torcéis el morro, levantáis una ceja, os lleváis la mano a la frente con estupor, sonreís, dais un cabezazo en el teclado y os vais tranquilamente.

Todo OK, que dicen algunos monetes modernos.
Da gusto sentir que podéis venir, pensar "qué gilipuertas" y salir sin romper un cristal (ni mi autoestima).

Pensar que yo podía vivir sin esto... hay que ver las tontadas que es capaz de hacer uno durante meses.

domingo, diciembre 16, 2018

Alimentos que nos hacen decir ¡Weeeeeeee! - 24 - INSECTOS

Nutritivos y sostenibles. Así podríamos definir a este alimento que promete ser la gran revolución culinaria del siglo en el que estamos (dudo entre dos).
Insectos hay a patadas. Muchos para mi gusto. Por lo tanto, algo tenemos que hacer con ellos.


El primer bicho que me comí fue sin querer. Tremendo mosquito que se me metió en la boca mientras corría. Así en crudo me pareció soso. A lo mejor con alguna salsa...
Hoy en día la industria del insecto ha avanzado mucho. Por ejemplo puedes comerte el grillo con cáscara, el grillo pelado o bocabits de harina de grillo como los de la foto. Casi sin enterarte.
Al final serán como mosquitos que nos entrarán en la boca, lo queramos o no.

viernes, diciembre 14, 2018

Monkey Day

Hoy ha sido el Monkey Day. Como cada 14 de diciembre.
Me lanzo a escribir el post sin saber las razones de ese acontecimiento (como si fuera necesaria alguna razón extraordinaria para dedicarle un día a los monos).

Ahora sí que voy a mirarlo en Google.


Ya lo he leído en la Wikipedia inglesa (dice el chimpancé, como si hubiera recorrido recónditos pasillos de la biblioteca de Alejandría). Por lo visto unos estudiantes de arte de la Universidad de Michigan empezaron con la broma y hasta hoy.

Al final era lo que yo pensaba. Cualquier excusa es buena para honrarnos a nosotros mismos, primates todos.

_______

Post Data:  Monkey Day, Independence Day, Match Day, cualquier cosa acabada en "day", con su pronunciación inglesa, me recuerda al Opus Dei.

jueves, diciembre 13, 2018

Sobres - fuerzo

Al ser joven (pero no mucho), puedo acordarme perfectamente de estos sobres de soldaditos de plástico.




Con el reclamo de grandes batallas que, sinceramente, no conocíamos, teníamos un juguete efímero con el que pasar el rato. Por cinco duros (de los de entonces). Pocas veces se ofreció más por menos.

Las figuritas estaban muy logradas.


Se les podía acusar de belicismo. Tal vez. Aunque vivíamos en plena guerra fría. No tenerlo en cuenta era hipócrita.
Se les podía acusar de rigidez. Y eso era verdad, porque eran moñacos poco articulados. Seguramente porque la guerra tensa mucho, aunque seas de plástico.

¿Existen estos sobre hoy en día?
Pues no tengo ni idea. Aunque me jugaría mi fusil de asalto a que hay 647 leyes que lo prohíben. Por violentos, por tóxicos, por atragantables...

La solución está en el pacifismo.
Pero no un pacifismo normal, como el vuestro o como el mío.
Necesitamos llevarlo al extremo, que es el único enfoque que vende hoy en día.


¡Yoga!


Es la solución perfecta.
Ya no hay una contienda entre dos bandos. Ahora la batalla se libra en nuestro interior.


Nada belicista. Nada insano.
Y tampoco es sexista, porque hay una versión en rosa para las niñas.


Las guerras de hoy en día ya no son contiendas al uso. Son ciberguerras entre hackers. Y si estás todo el día sentado frente al ordenador haciendo el mal, ¿qué te pasa?, que te acaba doliendo la espalda, las cervicales, las lumbares, o te agachas y crujes como un árbol podrido. Eso pasa.

Apostemos por los juguetes de yoga.
El ejemplo ideal para los guerreros y guerreras del siglo XXI.

martes, diciembre 11, 2018

El arte del buen capazo (2ª parte)

Nuestra especialidad es tratar los temas de forma tan superficial que a veces suena "fiuuuu" como los disparos que rozan al protagonista en las películas. Pero Molinos, la presidenta de la comunidad de vecinos de los blogueros ha puesto en el orden del día la discusión de un tema que parte de lo que os contaba ayer. Está en el orden del día de la junta, así que vamos a tener que tratarlo.

Yo arranco, como una Mayra Gómez Kemp de la vida, y vosotros seguís en los comentarios (y en el tuíter, claro). Luego voy recapitulando aquí y nos reímos (si hay que reírse).


Por 25 pesetas cada una. Formas de evitar una conversación en la calle.
Por ejemplo:
Fingir que hablas por teléfono.

Un dos tres, responda otra vez.

Actualizamos el post con las respuestas

* Mirarse a los pies.

* Gafas de sol de espejo.


* Saludar a alguien inexistente que parece que te llama.

* Saludar a alguien inexistente al que llamas.

* Ponerte a hablar mirando a tu acompañante y pasar de largo.

* Bajarse del autobús.


* Echarse a llorar.

* Quitarte las gafas y hacerte la cegata.

* Cruzar la calle y casi morir atropellada.

* Criar mala fama y que se cambien ellos de acera.

* Colocarte en medio de la multitud (si hay una multitud).

* Hacer la croqueta por un terraplén.


* Dar la vuelta y salir corriendo.

* Culpar al otro de no vernos y recordarle a algún conocido común a quien tenga tirria. "Vente a echar un trago, que ha quedado con..."

* Ponerse a mirar fijamente un escaparate.

* Robar una bici (o un patinete)

* Táctica de camarero del Vips. Si no te miro no existes.

* Mirar al frente absolutamente abstraído.

* Fingir que caen trozos de una cornisa.

* Abrir el bolso y rebuscar dentro.

* Enseñar la navaja.


* Enroscarte la bufanda al cuello, tapando la visión con los brazos (si es verano, cambiar la bufanda por otra cosa, una gorra, por ejemplo).

* Ponerse nervioso y comerle los morros.

* Un "¡hasta luego!" efusivo mientra se acelera el paso.

* Darle un puñetazo.


* Sonrisa de indiferencia (la aterradora verdad).

* Gritar "¡Anda, los donuts!" y darse la vuelta.



* Buscarte en los bolsillos. Entrar en pánico.

* Responder "Adión" al primer "Hola"

* Gritar que te has dejado puesta la lavadora.

* Agacharte para atarte los cordones de los mocasines.

* Agacharte para sacar brillo a los zapatos.

* Agacharte para colocarte bien la plantilla del zapato.

* Acelerar.

* Dar un tirón a la correa del perro para que se mueva y nos haga girar.

* Meterse por el primer desvío del primer callejón.

* Entrar a una tienda.

* Mearse encima.

* Sonreír con las manos en el bolsillos y decir de un tirón y sin pararse "qué tal, Fulano, ya hablaremos un día que nos venga mejor a los dos"

* Bombas de humo ninja.

* Gritar "Eeeey" mientras se acelera el paso.

* Hacerle un calvo.

* Hacer creer al otro que vas a hacerte el loco, mantienes el teatrillo mientras te acercas, para decir solamente "hasta luego" en el ultimísimo momento, una vez rebasado, quitando al otro la posibilidad de responderte y que parezca que queda mal él.

* Quedarte mirando hacia arriba señalando con el dedo. Él también lo hará y mientras busca algo, aceleras y sigues mirando al cielo.

* Mirar fijamente al frente, sin pestañear, sólo algún tic y algún sonido gutural.

* Ataque epiléptico repentino.

* Interceptarlo y preguntar de sopetón: "¿Conoce a Nuestro Señor Jehová?"


* Ser despistado de forma natural.

* No ver bien de lejos.

* Hablar con alguien inexistente. Discutir. Bracear. Gritar.

* Fijar la mirada en un punto del horizonte con cara de sorpresa e interés.

* ¡Adiós!

* Sacarse un poco con la mano derecha. Ofrecer esa mano como saludo.

* Camuflarse.


* Reptar.

* Volteretas.

* Te sientas en el suelo y te pones a pedir.

* ¡Taxiiiii!

* Ponerse a trotar, señalarte el reloj en plan "no puedo parar, que rebajo la marca".

* Intentar volar.

* Mirar al otro lado de la calle con cara de muchísimo interés.

* Señalar hacia delante con un movimiento de cabeza a modo de saludo.

* Fingir convulsiones hasta que llegue la ambulancia.

* Pedirle dinero.

* Fingir un escandaloso ataque de tos.

* Saludar, porque en realidad eres un psicópata


(Creo que hay muchos más en las respuestas a este tuit)
Como ejercicio, no ha estado mal.

lunes, diciembre 10, 2018

El arte del buen capazo


Dos primates se encuentran por la calle. Como ambos se conocen, disminuyen la velocidad de sus pasos hasta detenerse uno frente al otro. Saludo cordial y comienzo de una conversación trivial que, se sobreentiende, será muy breve.
En Huesca pasa mucho y lo llamamos "pillar un capazo".

Dejando a un lado las peculiaridades del "capazo" en una ciudad pequeña (o pueblo grande), tengo observado que lo más relevante de este encuentro es el desenlace del mismo.

Ey, qué tal
- Bien. Aquí a la marcha...
- Ya me contaron que...
- Pues sí, como le pasó a tu suegra...
- Anda que...
- Si es que...

No confundamos los términos. Una cosa es que la conversación sea banal y otra que no puedan desplegarse el encanto, el ingenio, un par de buenos chistes, otro par de buenos chismes o un leve contacto. Todo a gran velocidad. Porque estamos en la calle, no tomando un café. Nada sería más violento que un silencio.
Por eso en cuanto empieza a declinar el ritmo de la conversación (pueden pasar 2 o 20 frases) es el momento de acabarla rápido y dejar buen sabor de boca.

Hay un método, que yo llamo "me van a cerrar la farmacia" que hace aparecer la prisa de repente, como un Deus Ex Machina definitivo. Porque nadie podía imaginar que tuvieras prisa si te has parado a charlar. Y sin embargo, ¡zas!, un bofetón de realidad pone fin a la conversación.
En ocasiones, la voluntad del que esgrime la prisa se topa con le de alguien que no capta el mensaje y se empeña en continuar hablando hasta que se hace obligatoria la interrupción abrupta.
(La zarigüeya se haría la muerta, pero no sé si es la estrategia idónea)

La segunda modalidad es compleja y de gran vistosidad en la Urbs Victrix oscense. Si viven ustedes en una gran ciudad, será complicado que tengan los mimbres necesarios para perfeccionar los "capazos encadenados". Uno consigue salir de un capazo porque el interlocutor pilla otro capazo simultáneo con un nuevo conocido que pasa. Un simple "yo me voy" o "bueno, os dejo" será suficiente. La despedida conseguirá ser rápida y aséptica. Sin ese dramático "a ver si nos vemos más a menudo", que quiere sonar cordial y acaba pareciendo una amenaza.

Y la tercera modalidad es la más difícil de desplegar, pero también es la más gratificante. Escrita parece ciencia ficción, aunque en realidad, se ve constantemente en las aceras de nuestras ciudades pequeñas (o pueblos grandes). En ocasiones lo practicamos sin darnos cuenta. Debe de haber implicada alguna razón evolutiva.
Se trata del método "arranque progresivo".

Decíamos que en la génesis del capazo, los dos primates disminuían su velocidad hasta encontrarse frente a frente. Pues aquí, con gran sutileza, uno (o ambos) se pone a caminar mientras hablan. Se hace muy despacio. Casi imperceptible al principio, pero suficiente para que ambas partes sepan que la conversación está llegando a su fin y busquen la frase final de camaradería "qué bien te veo, pájaro" o de información relevante "dile a tu padre que le guardo lotería".
Ojo que se han dado casos de perfecto difuninado entre el frenazo previo al capazo y el arranque de salida. Como si no nos llegáramos a detener completamente en ningún momento.

Conversaciones que empiezan así...



Continúan así, en un giro involuntario que recuerda a las sevillanas o, más bien, a la jota aragonesa...



Y acaban así, con las frases de cierre dichas mientras ambos interlocutores se alejan despacio, con gesto sonriente y, en ocasiones, un gesto cómplice o una carcajada.



Seguro que reconocéis las 3 figuras.
Si no, salid más a menudo de vuestras madrigueras.

Creo que es nuestro cerebro el que interpreta el movimiento a un nivel muy profundo y se adapta a ello. Nosotros ni siquiera nos damos cuenta la mayor parte del tiempo de esa despedida progresiva. Y eso es una buena noticia.


El asunto da para mucho más. Pero yo he de hacer honor al tema del post y despedirme antes de convertirme en el típico pesado que te da la chapa en la calle mientras te agarra del brazo

domingo, diciembre 09, 2018

Autónomos con encanto - 3 - JUDÁ BEN-HUR


La vida del autónomo es azarosa. Un día eres el rey del mambo y al siguiente un leproso. Hay que saber vivir con ello. Por eso la historia de Judá Ben-Hur prefigura la trayectoria vital de muchos de nosotros.
Como Ben-Hur, es importante que aprendamos a sobreponernos a los tropezones, a los batacazos que nos esperan tras cada esquina, en cada cornisa, ¿quién sabe?. Algunas de estas fatalidades son merecidas y otras profundamente injustas. Eso sí, tras casa fracaso no faltarán esa frase tan actual: "¿y éste quién se creía que era?"

A mí, de mayor, me gustaría ser como Judá Ben-Hur, y saber salir adelante, aunque las cosas se pongan muy negras. Si hay que currar como un condenado a galeras, habrá que apechugar. Y cuando uno crea haber sobrevivido al naufragio, llegará el momento de ser leal con los propios objetivos y principios, no dejarse embaucar por los caminos fáciles (no faltará un Quinto Arrio que quiera apadrinarnos justo cuando ya no nos haga falta).

Reinventarse como conductor de cuádrigas o cualquier otra cosa. Arriesgarlo todo, no guardarse una gota de energía, y saber confiar en las buenas personas (tan escasas) y cuidarse de los miserables (tan abundantes).

La epopeya del autónomo es como una película de romanos, pero con más extras y menos especialistas que nos doblen en las escenas peligrosas. A mí me viene bien, para poder lucir pierna.
Como en la historia de Ben-Hur, los milagros ocurren, pero hay que esperar a los últimos minutos de la película. Es más entretenido así. Son exigencias del guión.

viernes, diciembre 07, 2018

Autónomos con encanto - 2 - EL SEÑOR LOBO

No salimos de los cánidos y os presentamos al siguiente "Autónomo con encanto".


"Soy el Señor Lobo, soluciono problemas".
Qué autónomo que se precie no ha querido decir esa frase alguna vez.


A Winston Wolf no se le molesta por tonterías, lo suyo es resolver los asuntos verdaderamente complejos. Por eso los hombres de Marcellus Wallace recurren a él cuando no tienen más remedio. "Estoy a 30 minutos de allí; llegaré dentro de 10", dice y comienza su jornada laboral.

Ser el personaje más carismático de "Pulp fiction" con sólo 10 minutos de exposición, dentro de una película repleta de personajes carismáticos, refleja el impacto en el subconsciente colectivo del freelance brillante. En el fondo, aunque todavía no lo sepamos, nos encantaría ser ese autónomo insustituible, a ese al que hay que llamar para que las cosas estén bien hechas, sin jefes, sólo con la exigencia propia de excelencia. A mí de mayor no me importaría ser un poco como el Señor Lobo.


Asumir las obligaciones con naturalidad, resolverlas con eficiencia, pensar rápido, ser un referente de calidad y criterio, sentirnos el Señor Lobo de nuestro blog. Fliparnos. Para eso estamos aquí.

Pero recordemos...




AQUÍ el vídeo completo
(Si no has visto "Pulp Fiction" te sacudo con el palo de la fregona y acabamos antes)

miércoles, diciembre 05, 2018

Autónomos con encanto - 1 - EL COYOTE

Inicio esta sección para inspirarme. No sé qué trayectoria tendrá, tal vez me plante en dos ejemplos, o quién sabe, a lo mejor consigo hacer un compendio de los mil autónomos que cambiaron el mundo. Así somos, entre el chascarrillo intrascendente y la enciclopedia. Puerta grande o enfermería.


Elijo para empezar a uno de esos autónomos desastre a los que todo les sale mal. Yo le reconozco, por encima de todo, el entusiasmo y la perseverancia. Virtudes importantes, no cabe duda.
Además, todos nosotros, funambulistas ciegos, tenemos cierta querencia al precipicio, a la dinamita y al fracaso. Sin eso es imposible afrontar con fe el propósito kafkiano de ser el depredador por una vez en la vida.

Como nos pasa a todos, siempre he detestado a ese pajarraco arrogante. El coyote, sin embargo, es el héroe solitario e innovador que mantenía a flote ese emporio llamado ACME. Siempre fallaba y siempre volvía. Conmovedor.


Además, tengo una teoría. Lo que le pasó al coyote es que nació muy pronto. Si el coyote hubiera nacido en nuestra época, en medio de la vorágine de los medios sociales, hubiera podido aprovecharlo. Esa es la lección. Tal vez nosotros, simpáticos pero torpes, estamos diseñados para fracasar al intentar capturar en solitario a nuestro correcaminos particular. Pero ay, amiguitos, si conseguimos convencer a esos locos de allá afuera de que merecemos tener éxito...

Creo firmemente que hoy en día, con la ayuda de nosotros, de sus fans, de sus followers, de sus consejeros, el coyote le hubiera hincado el diente a su diabólica presa.

martes, diciembre 04, 2018

EmpaChef

Vamos carburando poco a poco. Calculo que para febrero estará la sandwichera de hacer posts a pleno rendimiento.

Hay un programa en la primera cadena que se llama MasterChef, no sé si lo conocéis. Lo voy a explicar porque yo no escribo sólo para vosotros, también tengo que pensar en las generaciones futuras.
Unas personas (a veces famosas, va a tandas) compiten por ver quién cocina mejor en ambiente de confrontación y camaradería. Sus platos los juzgan cocineros muy conocidos por salir en el programa.



Bien. Pues yo MasterChef no lo veo. Es superior a mis fuerzas. Me perturban estos programas y ahora mismo lo explicaré. Lo anterior era prosa-bechamel, ahora viene el toque maestro del cocinero primate.

Si cocinan en la tele me pongo nervioso. Hay muchos platos y yo no puedo probarlos. Ya me entendéis. Están allí, cocinando, emplatando, ¿y qué hacen luego? ¿Lo tiran?
Es pornográfico. Alguna vez he llegado a lamer la plantalla y se me erizaron los pelos del bigote por la electricidad estática.
Me pasaba también con TopChef. Y con ChimpanChef. Cualquier programa que tenga Chef en el nombre me saca de mis casillas.

Sufrí mucho con el mítico Con las manos en la masa. Luego llegó Arguiñano y ni siquiera los chistes malos mitigaron mi desazón. Creo que hay un CANAL COCINA. Diabólico. Me parece el martirio de Tántalo.

Para que veáis que no me lo invento

Yo soy un mamífero muy primario y si veo cocinar me pongo a salivar.
Estamos montando una asociación de damnificados por si queréis apuntaros.

lunes, diciembre 03, 2018

Superposición

Tenía dinero en una cuenta de Loterías y Apuestas del Estado. ¿Cómo llegó aquel dinero olvidado allí? Lo puse yo mismo hace un milenio. 10 eurazos para hacer unas quinielas.
Por lo visto no se había gastado del todo. ¡Quedaban 2 euros!


Cualquier primate honrado hubiera cobrado esa cantidad y se hubiera corrido la juerga padre. Pero yo no. Yo vivo al límite y dije: "haré una primitiva". El objetivo era conseguir ser millonario. Millonario normal, no esos hipermillonarios que van de lado a lado en helicóptero y no les dura nada el peinado.
Hice una primitiva on line. O una bonoloto. No sé distinguirlos a simple vista, como a los actores de "L.A. Confidential". Y ya está. Me despreocupé. Sembré la semilla de mi fortuna y me olvidé.

Esa misma noche salí a cenar.
Cena romántica y cerveza. Poca batería en el móvil. Camiseta limpia. Lo normal.
Es de mala educación mirar el móvil en la mesa, aunque en un descuido vi que había llegado un SMS de Loterías y Apuestas del Estado. ¡La bonoloto!, pensé.
Mantuve la compostura con el sabor acre del morbo mezclándose con el sabor de las acelgas (invent).

Me gustaba esa incertidumbre momentánea. ¿Era millonario? ¿Había acertado y por eso me escribían? ¿Era un mensaje de "siga buscando" como los de las tapas de los yogures?
Aquello era muy emocionante.
Entonces se acabó la batería. Chimpón.


Era el agraciado poseedor del boleto premiado de Schrördingen.

Opulento y pringao al mismo tiempo.

Al final de la noche llegué a casa, puse el móvil a cargar y vi el SMS.
Había ganado 16 millones de euros. Sentí una sensación extraña, como de injusticia ante una suerte que no merecía. La verdad es que ese giro de la vida no me lo esperaba. Seguro que tras ese golpe de suerte se ocultarían noticias terribles para compensar. Enfermedades, desencuentros, accidentes... tiene que ser difícil manejar el exceso de suerte.
En realidad todo eso lo pensaba antes. Miré el SMS y había ganado 4 euros.


No fue el SMS de la lechera.
Monkey wins again!
     (Ruido de máquina registradora hecho con la boca)