jueves, enero 28, 2016

Raza bloguera

Tengo una semana complicada (en el mejor de los sentidos) y todas las ideas las he tenido que apuntar en una libreta para, como pronto, retomarlas este fin de semana.


Ideas tan variopintas como una semana temática sobre la Biblia o algún que otro post sobre la historia oculta de Huesconsin. Se admiten otras sugerencias.

Dicho esto, no he venido hasta aquí para escribir sobre que no tengo tiempo de escribir. Aunque acabe de hacerlo. ¡Boh!, paradojas traigo.
He venido porque hoy Molinos celebra que su blog cumple 8 años.

Además de felicitar a la autora y esas cosas, me he acordado de que tenía un post preparado sobre "Ser blogger". Qué mejor momento que hoy para darle salida.

Echas la vista atrás y ves todo lo que has escrito...



Y recuerdas cómo te iniciaste. Con paso firme.



Era la revolución, el maldito internet en nuestra mano.
Yo me sentía como si estuviera utilizando la última tecnología espacial de la NASA.



Sabes que tienes un talento innato y un mensaje que transmitirle al mundo...



Ay, los nervios esperando la respuesta ante las primeras entradas...



Todo parece estar encaminado a la catástrofe...



Y resulta que viene gente. Y no sólo vienen, ¡LO LEEN!



Te vienes arriba y empiezas a arriesgar, a hacer cosas cada vez más locas...



Por un extraño fenómeno endogámico, no puedes dejar de darte jabón con otros bloggers...



Sin olvidarte de tu misión, repartir amor a todo el mundo...



Aceptando las críticas con naturalidad.



Y, sobre todas las cosas, molándote muchísimo a ti mismo.



Porque la regla de oro es la que hoy dice Molinos en su cumple-post: un blog es una recompensa en sí mismo. Las cosas buenas que vienen después, sólo llegan cuando uno ha sido fiel a su propia naturaleza.




Y eso que al final, el secreto mejor guardado de la blogosfera, el secreto que nadie ha desvelado jamás, es que  aunque tú creas que llevas las riendas de tu blog...


Es el blog el que te lleva a ti.


lunes, enero 25, 2016

Preposiciones

A ver, ya sé que no he escrito en una semana. Pero es que estoy haciendo una cosa.

Para compensaros este disgustazo os traigo un vídeo de los que nos gustan.
Es una parábola de estos tiempos convulsos.

Y también es un grito libertador del ciudadano cansado, obligado a militar con/contra/de/desde.

Hala, ya me inventado la excusa-alegoría. Ya puedo poner otro vídeo de uno de mis géneros preferidos: la destrucción de lavadoras.

lunes, enero 18, 2016

El maestro

Como va la cosa de escritores franceses, no me resisto a contar la que he leído hoy en el tuiter de Larra on fire.
Al igual que Andre Gide (1947) y François Mauriac (1952), Albert Camus ganó en 1957 el premio Nobel de literatura (que por lo visto le tocaba cada 5 años a un francés). El autor de "La Peste", al saberse ganador (merecidísimo ganador, por cierto), escribió una carta a su profesor del colegio.


19 de noviembre de 1957
Querido señor Germain:
   Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
   Lo abrazo con todas mis fuerzas.
Albert Camus

miércoles, enero 13, 2016

La fama

En sus excursiones sexuales por el norte de Africa, André Gide solía decir a los chicos con quienes se divertía: "Tú no tienes por qué saberlo pero en Francia soy un escritor muy conocido, aun famoso. Cuando conozcas a otros franceses, cuéntales que has estado conmigo para que vean que conoces a gente importante, para que te respeten". Impresionados, agradecidos, los chicos le pedían su nombre. El afable y calvo señor de lentes respondía invariablemente: François Mauriac


(Edgardo Cozarinsky, en "Museo del chisme")

jueves, enero 07, 2016

Alarma social

Es duro dar por acabadas las navidades, la sed, la gula, el consumismo... dejar atrás las luces, los alardes chuscos de modernidad, los ayuntamientos flipaos, los viejos gritándole a una nube... olvidar el cambio de año y la resaca... volver a trabajar (más o menos centrado).


Pero quiero acordarme especialmente de ellos (que también somos nosotros):



Machos sufridos, abandonados en las puertas de los comercios.
O arrinconados dentro de ellos...



Derrotados...



Leyendo el periódico en el mejor de los casos...



Rezando porque aguante la batería del móvil...



La viva imagen del desamparo...



Al límite de las fuerzas individuales...



O colectivas...



Hombres perchero, guardarropa, almacén, simios humillados y desvalidos...






La próxima vez que vayas a hacer algo así recuerda este mensaje de S.O.S.



sábado, enero 02, 2016

El derbi de los 2000 años


Empezamos el 2016 con un acontecimiento pintoresco: el derbi aragonés. Partido grande de la segunda división del fútbol español.
Para hablar de ello Nacho ha juntado a lo peor de lo mejor en su blog. Y yo no me resisto a tratar el tema de la rivalidad Huesca-Zaragoza, porque todo es cultura y a vosotros os queda tanto por aprender...

La Huesca que todos conocéis fue fundada al tuntún por los celtíberos, y la llamaron Bolskan, como podían haberla llamado de  cualquier otra forma.
Cuando en el siglo II a.C. llegaron los romanos decidieron cambiarle el nombre y quitarle letras. Se quedó en Osca. Porque los romanos era muy pragamáticos y cuantas menos letras, menos trabajoso era grabar el nombre en el mármol.
Luego en Zaragoza hicieron lo contrario, y la Salduie origial se convirtió en Caesaraugusta. De locos. Desde entonces es habitual que entre vecinos no nos entendamos.

El historiador romano Plinio "el de mediana edad" lo describió así:
Los habitantes de la Urbis Victrix de Osca llaman a sus vecinos del sur: "Chaeposus almendruum" con notable sorna. Y los impetuosos sureños les responden usando el apelativo "fatus".

Ya en la reconquista hubo sus tiranteces. Los cristianos conquistaron Wasqa derrotando a los soldados de la Taifa de Zaragoza en la batalla de Alcoraz (año 1096). En el partido de vuelta, comandados por Alfonso I el batallador, conquistamos Zaragoza (1118).

Así ha sido siempre. Pequeñas rencillas de nada. Seguro que las dos ciudades estuvieron enfrentadas en algún momento durante la Guerra de Sucesión. Sobre todo porque Huesca fue cambiando de bando cada cierto tiempo. No se descarta, incluso, que llegara a ir con ambos contendientes al mismo tiempo.

Por todo ello, el simio oscense que soy quiere ganarle mañana al Zaragoza a toda costa.
Aunque a veces recuerdo que el gran Carlos Lapetra (oscense nacido en el extrarradio) lideró la delantera de "Los Magníficos" en los años 60. O recuerdo a ese Real Zaragoza de los 90 que jugó de forma brillante y ganó la milagrosa Recopa de 1995. Vaya respingo pegamos con el gol Nayim. Uff, cómo nos salpicó aquella felicidad merecida.

Aunque luego vienen a mi memoria los duelos de baloncesto entre el Peñas y el CAI, a cara de perro. Me acuerdo del colosal Mel Turpin enseñando el culo desde la ventanilla del autobús tras ganarnos en casa en la 89/90. Recuerdo nuestra venganza en el pabellón viejo, en la 91/92.
Me hierve la sangre. Hay que ganarles.

Y así estamos. Hace una hora quería derrotar al Zaragoza y dejar la Romareda reducida a cenizas. Y en seguida he pensado que lo mejor era que reinara la paz y la concordia.
Y luego quería ganar por cómo nos han ninguneado siempre en los informativos de la tele regional. Pero después he pensado en que son nuestros hermanos, que ellos no tienen la culpa de que el centralismo les haya hecho así. Y diez segundos más tarde pienso que no, que ha llegado la hora de que rechinen sus dientes de rabia ante la goleada. Pronto les compadezco, porque nosotros tenemos la trenza, el ruso o las glorias, y ellos tienen los adoquines y las fruticas de Aragón.

Soy el aficionado indeterminado. Nunca sé exactamente en qué postura estoy, sólo veo una nube de probabilidades.
Porque estáis asintiendo al truco final de la rivalidad bien entendida. Si el Huesca pierde, seremos aragoneses todos. Si ganamos, disfrutaremos de sus tibias lágrimas.

En realidad los cheposos tienen su punto.
Yo viví varios años en Zaragoza. El primer día llegué cargado con dos maletones. Cojeaba ostensiblemente por un tremendo esguince de tobillo. La calle olía a col. La situación no podía ser más adversa. Estaba a punto de maldecir el nombre de la ciudad, (con sus letras de más) y se me acercó una chica joven a ofrecerme ayuda. Me vio cojeando y se ofreció a llevarme una maleta. Llevaba 1 minuto en la ciudad maldita y aquel gesto me emocionó.

Por eso amenazo: Que nadie ose en el mundo entero meterse con Zaragoza o los destruiremos.
Con ellos sólo nos podemos meter los de Huesca.
Son nuestro amadísimo enemigo.