domingo, agosto 25, 2013

Prueba

A ver, yo estaba en la playa, disfrutando de la tranquilidad de las vacaciones y... cómo decirlo... me he olvidado de vosotros.
Es normal. Con el sol, las olas, la arena y tanta paz...

Clic para ampliar (a ver si sabéis encontrarme)
Ahora bien, os aseguro que he cargado las pilas y el hígado.
Estoy preparado para todo, incluso para hacer dos posts al día y descartar el peor. Como los grandes artesanos y los artistas. Todo sea por elevar la calidad de esta vuestra Academia.

Eso sí, vamos a empezar poco a poco.
Porque si de los dos posts que he escrito hoy este es el mejor... mal vamos.

viernes, agosto 16, 2013

Comunicando


La mezcla entre trabajo y San Lorenzo nos ha matado.
¿No sabéis qué son las fiestas de San Lorenzo? Pues corréis el riesgo de que os pase como le pasó aquel 9 de agosto al Tío Matt.

Ahora me tocan 3 días de playa...


Y volveré con más energía que nunca.

El nuevo curso en la Academia de Chimpancés va a traer sorpresas.
Tan sorprendentes son esas sorpresas que ni yo mismo las sé.



martes, agosto 06, 2013

El despegue


¿Cuál es la clave del éxito?

cri-cri, cri-cri...

Va, responded, que he preguntado yo primero.

Unos dicen que la clave del éxito es el dinero. Con una finanzas desahogadas puedes aprovechar las oportunidades, soportar todo tipo de crisis, templar los nervios y amasar todavía más dinero.

Otros dicen que el secreto del éxito es rodearse de los mejores. Si consigues a las personas adecuadas (lo cual suele ser difícil y carísimo) los resultados llegarán solos.

Un tercer grupo, menos materialista, defiende que sólo hace falta una circunstancia favorable del mercado y el éxito nos recibirá con una banderita.

Venga, ahora un minuto de depresión. No tenemos dinero, no podemos captar a los mejores para que nos lleven en volandas a la victoria (garethbales y neymares aparte) y la coyuntura económica actual nos augura el peor de los futuros.
Nos podemos consolar pensando en Langley, en el físico e inventor estadounidense Samuel Pierpont Langley.
¿Cómo? ¿que no os suena de nada? Mejor.

El profesor Langley participó en la frenética carrera que libraron los pioneros de la aronáutica en la primera década del siglo XX. Aquellos hombres trataban de alcanzar uno de los grande sueños del hombre: volar.
Ser el primero en conseguirlo era el mayor éxito imaginable y cientos de personas luchaban por conseguirlo.

Trasladémonos a esa época. Si nos dicen que apostemos por un ganador, y haciendo caso de los parámetros habituales del éxito, diríamos que el favorito indiscutible era Samuel Pierpont Langley.
El departamento de defensa americano le acababa de dar 50.000 dólares para que construyera su máquina voladora. La Smithsonian Institution le dio otros 20.000. Por dinero no iba a ser.
Gracias a esos fondos y a sus conexiones en Harvard contactó con las personas más capacitadas disponibles. Los mayores expertos estaban de su lado.
¿Y el mercado? Bueno, el New York Times le seguía a todas partes, la gente le admiraba y todos deseaban su éxito, el mundo entero estaba a su favor.

A muchas millas de distancia encontramos a unos fabricantes de bicicletas: los Hermanos Wright.
No tienen más capacidad de inversión que sus modestas ganancias. Ni ellos ni nadie de su equipo tiene formación universitaria. No los conocen ni en su casa.

El 17 de diciembre de 1903, el Flyer I recorrió 36 metros en vuelo tripulado y se mantuvo en el aire 12 segundos. No había una multitud jaleando esa victoria de la humanidad, porque habían sido Orville y Wilbur Wright los que habían logrado la hazaña.
Su éxito ya era imparable.

Cuando Langley se enteró del logro de aquellos mindundis no fue a interesarse por su tecnología y a compartir conocimientos. Al contrario, abandonó esa carrera que ya no podía ganar.

El profesor Langley quería ser rico y famoso. Le guiaba el resultado.
Los Hermanos Wright querían cambiar el mundo. Compartían con todos los soñadores de la historia esa quimera del hombre que se eleva del suelo desafiando a la naturaleza. Les guiaba un propósito, una creencia.

sábado, agosto 03, 2013

La torre


Hubo un príncipe del Renacimiento italiano a quien, en su lecho de muerte, un sacerdote le preguntó si tenía algo de que arrepentirse. 
"Sí - respondió -, hay una cosa. Una vez me visitaron al mismo tiempo el emperador y el papa. Los llevé a lo alto de mi torre para contemplar el panorama y perdí la oportunidad de arrojarlos a ambos desde arriba, lo que me habría dado fama inmortal". 
La historia no cuenta si el sacerdote lo absolvió.

Bertrand Russell, en su discurso de agradecimiento tras la entrega del Premio Nobel de literatura (1950)


jueves, agosto 01, 2013

Nomencl-hartura

Que sí, que vosotros lo veis muy fácil. Montas un blog y mucho antes de decidir el tema sobre el qué vas a escribir el primer post tienes que decidir el nombre que le pones.
En nuestro caso fue fácil: Academia de chimpancés (con peluca). Los motivos son obvios. La literalidad es nuestra principal inspiración. Pero ¿y si tienes que montar una sociedad mercantil?

Se puede tirar de apellidos. O mejor, de conceptos clave del negocio...



O aprovechar el apodo por el que te conoce todo el mundo...



Podemos aprovechar para ponernos la venda antes de la herida...



Y, si se puede, conviene aprovechar el poder de los imperativos agresivos...



Busquemos un nombre que nos traiga buenos recuerdos...



Que nos acerque a nuestro público objetivo...



Y siempre con mucho tacto cuando nos dirijamos al segmento infantil...



Trata de unir tu nombre con los beneficios tangibles de tu servicio...



No alimentes falsas expectativas diciendo que eres el mejor cuando es evidente que no lo eres...



Y si montas un restaurante, elige un nombre exótico...



O un nombre que resuma la experiencia de cliente en pocas palabras...



Y si haces las cosas de manera diferente, que se note...



El truco para atraer a los adolescentes a tu pizzería es preocuparte por sus problemas...



Porque si creías que no era posible inventar algo mejor que la Marca España, es porque no conoces esta...



Viva el marketing moderno, el de sonrisa, patada en la espinilla y culo torcido.


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ACTUALIZACIÓN:
El comentario de Klóniko me ha recordado que en Huesconsin hay una empresa muy conocida y respetable que para encontrar su marca juntó el nombre latino de la ciudad: Osca, con su ocupación principal: Gas.
Resultado:


Maravilloso.

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ACTUALIZACIÓN 2:

Me pasa Peter un tumblr en el que recopila ejemplos cercanos.

Branding. No, mucho brandy

Maravilloso también