miércoles, septiembre 09, 2015

Por su nombre


Sé que hace mucho que no escribo y también sé que no me puedo presentar aquí así como así y, de repente, ponerme a hablar de cosas serias. Pero las circunstancias me obligan a reaparecer, sin remilgos, a llamar a las cosas por su nombre. Toda Europa observa con atención lo que está pasando; sabe que, de algún modo, es responsable, y este humilde blogger tiene que venir a dar su versión descarnada, ajena a las opiniones cocinadas de los medios masivos.

En efecto, como todos imagináis, me estoy refiriendo al Eurobasket.

El Eurobasket es el gran reto al que se enfrenta Europa en estos momentos, porque todavía queda mucho para Eurovisión. El respeto entre los pueblos está en entredicho y sólo nosotros podemos adelantarnos a nuestros gobernantes y dar un paso adelante en pos de la unidad, el respeto y la solidaridad.

Tendréis vuestras diferencias con Israel, pero convendréis conmigo que tiene jugadores muy refrescantes, como el escolta Raviv Limonad. O cómo resistirse a tomar algo en el Bar Timor, otro escolta de 1,91 metros. A esas pequeñas cosas me refiero.

Los nombres de pila lituanos hay que tomárselos como una simpática bendición: Mantas, Renaldas, Arturas, Deividas, Domantas, Robertas... o mi favorito, Mindaugas Kuzminskas.

El más bajito de los jugadores islandeses se llama Aegir Thor Steinarsson. Thor, con dos cojones. Los nombres alegóricos están a la orden del día, como el base croata-americano Don Draper, capaz de dirigir a su selección en la cancha y después protagonizar una epopeya clásica del hombre hecho a sí mismo para la AMC (7 temporadas mínimo).

Del olimpo del arte llega Lionel Bosco, jugador belga, y en su mismo equipo, completando el tríptico al óleo: Jonathan Tabu y Kevin Tumba. Aterrador.
Y como la religión sigue estando en el pútrido corazón del continente, en España tenemos a San Emeterio, o entre los finlandeses (siempre más iconoclastas) está Koponen. Los croatas han tirado por la vía de los apóstoles, con Krunoslav Simon y Marko Tomas.

Los griegos tienen un Papanikolaou, los rusos un Semen Antonov, los bosnios un Gordic... todos ellos parecen nombres inventados (y no se descarta que lo sean). Como Maodo Lo, el menos alemán de los nombres alemanes. Bastante sospechoso.

Pero en fin, camaradas, la Europa de los nombres raros es confusa y, a la vez, entrañable. Los georgianos Manuchar MarkoishviliBeka TsivtsivadzeDuda SanadzeZaza PachuliaTornike Shengelia nos recuerdan nuestro pasado pagano, que el diablo sigue entre nosotros y que aunque la cosa está malamente conviene no desfallecer.

Cambio y corto.