jueves, junio 19, 2008

Influencia de los móviles en el desarrollo del pulgar prensil

Una vez explicado que tanto el móvil como el pulgar prensil colaboran en la procreación (cada uno a su modo) y por ello en la transmisión de los caracteres genéticos que determinan el futuro de las especies, una vez que hemos visto cómo los homínidos fueron dotados, poco a poco, de la capacidad de usar los cinco dedos, nos toca entrar de lleno en el tema planteado: Influencia de los móviles en el desarrollo del pulgar prensil.


Contaba Borges que un día su padre le avisó: hijo mío, este mundo es tan raro que incluso puede que exista el Espíritu Santo. Qué se puede esperar de un planeta en el que habita la jirafa, por ejemplo (mis máximos respetos a las jirafas, ellas lo saben).

Los creacionistas imaginan a su dios, la inabarcable inteligencia, para quien todas las futuras consecuencias de una acción son tan simples e intuitivas como la figura de un triángulo, diseñando a todas las criaturas del universo. Y qué diablos, a mí también me gusta imaginarlo. Pensando en la jirafa, haciendo bocetos, elucubrando: ¿y si le pongo dos astas? no, mejor dos cuernecillos, la lengua azul y... cuellaco. Listo. Y cualquiera le llevaba la contraria al supremo hacedor del cosmos, al menos a la cara.
Según los creacionistas, los homínidos fuimos diseñados con pulgares oponibles para usar los móviles en el futuro y no al revés. Ergonomía argumental; mola pero aquí somos más serios que todo eso.

Los lamarquistas (que no son los que lo compran todo de marca, aunque hay de todo) pensaban que la jirafa, de tanto estirar el cuello para alcanzar las ramas de los árboles, lo iba desarrollando para luego transmitirlo hereditariamente. Así, si cada generación alargaba medio centímetro se llegaba al resultado actual, a partir del cual la jirafa, que ya no coge nada de los árboles sino que lo compra en el supermercado como todo el mundo, de tanto encoger el cuello para ver bien los precios acabará retornando a su forma originaria.
Eso decían: el uso lleva al progreso. Y antes de que empecéis a tocaros la cola debería aclarar que todos los indicios están contra esta teoría. A día de hoy, a un lamarquista de los de toda la vida le hablas del pulgar prensil y los móviles y te cambia de tema, empieza a hablar de la Eurocopa y de que ha llegado el momento de ganarle a Italia tras las frustraciones del pasado, como si eso tuviera algo que ver.

La realidad es que vamos a un cambio paulatino, y el móvil desempeñará un papel clave en la selección natural. Al homo lamazo le sucederá el homo géneo, de pulgar hiperdesarrollado, preciso en el teclado, articulado hasta girar 180 grados, insensible al dolor, a la fatiga, a la radioactividad, suave, lubricado. La mutación será lenta, pero llegará el día en que algún pasajero del futuro mirará a su alrededor y observará el mundo (sí, el mundo) gobernado por homínidos de pulgares oponibles retráctiles, supermonos de la comunicación, capaces de teclear un SMS de paz universal con la velocidad rítmica y subyugante con la que se agitan unas castañuelas.

Será el comienzo de una nueva era de esperanza.


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