miércoles, julio 21, 2010

Granizada mental


Una fuerte tormenta descarga en Huesca y provoca el caos en la ciudad.
Así titulan los agentes de la Agencia F, con todo su tremendismo.

Qué sería de nosotros, jóvenes oscenos, sin (por lo menos) un apocalipsis por verano. El granizo ataca de nuevo en 5 minutos de locura que ha dado gloria verlos. Lo digo yo, claro, que no he tenido más desperfectos que los aparentes.

Hay días que nacen predestinados al caos.
Hoy me he despertado 10 minutos antes de que sonara el despertador. No lo he hecho por ansias de vivir este caluroso miércoles, no, me ha despertado un calambre en el gemelo.

Y bien, ahora viene la sospecha poética, lo anterior era completamente prescindible y lo olvidaréis en 5 minutos. El caso es que llevo unos cuantos días pensando. Pensando en mi futuro, en algunas decisiones complicadas y en algunas ideas ilusionantes. El caso es que ¿y si...? No quiero aventurarme pero... no sé... ¿y si la causa de que se me subiera el gemelo fuera el pensamiento extremo? Una especie de ébola de nuestra sociedad contemporánea, una patología tremenda, con secuelas y dolores matutinos. Algo como muy horrible, causado por mi propia imprudencia de ponerme a pensar sin medida.

O quizás lo del calambre haya sido secundario, una mala postura, una circunstancia azarosa, y lo que realmente he provocado al pensar ha sido la tormenta, el granizo kármico sembrando la destrucción bíblica.
Es decir, ¿puedo ser el culpable de todo esto simplemente por haber pensado muy fuerte, muy a conciencia?

Vale, si hubiera pasado una sola cosa entendería que no pudiéramos afirmar con rotundidad la relación causa-efecto. Pero es que han sido dos cosas malas. Si no es una tiene que ser la otra.

Así pues, voy a dejar de pensar y a recuperar el blog.
Lo hago por mí.
Lo hago por vosotros.


Esta imagen de las consecuencias devastadoras os la dejo para que la miréis, pero sin reflexionar, no la vayamos a liar de nuevo.

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5 comentarios:

cuentagotas dijo...

Sólo a modo de anécdota: en el sitio de donde yo vengo, a esos calambres en el gemelo que nos dan durmiendo los llamamos "rampa". ¿Alguien más conoce ese término? Un día se lo intenté explicar a alguien que no era de donde yo y no se me ocurría la palabra "calambre".
Quizás lo más característico sea lo jodido y frustrado que te sientes por merecer tan injusto castigo. "¡Pero si sólo estaba durmiendo! ¿A qué viene esto?"
Bueno, a lo que iba: dicen que puede ser falta de potasio. Habrá que hacer un gran pedido de plátanos para la Academia.

Nana dijo...

Profe, usted siempre pensando en el bien de sus alumnos.
Gracias.

HombreRevenido dijo...

Cuentagotas, si dices "rampa" aquí en mi pueblo te entienden. Y si dices "garrampa", todavía más.
De todos modos, acabo de comprobar que las tres acepciones: "calambre", "rampa" y "garrampa" están en el diccionario de la R.A.E.

Tendré en cuenta lo del potasio. Voy a encargar plátanos para todos. Ya vale de gambas.

De nada, Nana.
En el fondo os aprecio (desde el olvido).

Alonso dijo...

Estremecedora esa conífera arrancada de su solar, tal vez centenario, por la fuerza inclemente de la tormenta (et caetera).

En mi pueblo decimos que se nos sube la bola (semos asín de brutines). Y sí, lo del potasio parece estar aceptado por la comunidad médica. Desequilibrio salino quizá originado, esta vez, por el calor canicular.

Profe, tú si que puedes pensar. Si tú no, ¿quién?

HombreRevenido dijo...

En Huesconsin también se nos sube la bola, Alonso.
Eso sí, en la Academia no ha pensado así en serie nadie nunca. Bueno, salvo aquella vez.